Nota de lectura sobre "Matar a un niño" de Stig Dagerman
El
narrador arranca describiendo lo que parece ser un hermoso domingo en un pueblo
tranquilo, esos en los que nunca ocurre nada, donde las personas parecen ser
más felices y la vida es más sencilla.
Introduce a los personajes, los
protagonistas son el niño que va a morir, y el hombre que lo va a matar. Es un
cuento bastante corto, en donde el tiempo parece transcurrir rápido, en
cuestión de minutos vidas cambian al desaparecer una.
El narrador parece no ser mezquino
con los detalles, si bien al principio vende la idea de un día tranquilo de
domingo, al instante deja claro cual será el desenlace. Sin embargo, no se
adelanta en armar el escenario, va dando a cuotas los detalles para la
reconstrucción de la tragedia. Este ritmo narrativo es contradictorio con la
velocidad en la que ocurren las cosas, la tranquilidad con la que lo cuenta
despierta todo lo contrario en el lector ¿cómo alguien puede relatar sin perder
el pulso la muerte de un niño?, parece ser exactamente esa la reacción que
busca y sabe cómo obtenerla.
Este cuento pone en perspectiva la
fragilidad de la vida, el poco control que tenemos sobre las cosas, y como decisiones
mundanas son capaces de alterar toda la trayectoria de nuestras historias. Es
también interesante tener presente como parte de la condición humana implica en
sumergirse en los “que hubiese pasado” interminables que parecen ser nuestras
herramientas de tortura predilecta.
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